Bogota (Julio 23 del 2018).      Crear advertencias diferenciadas para e-cigarettes y productos de tabaco calentado es la propuesta que la experta Carrie Wade expuso en el marco del Concordia Summit llevado a cabo en Bogotá el 16 y 17 de julio. Dicha propuesta tiene como objetivo que los consumidores de cigarrillos conozcan más de estas tecnologías y se pasen a un consumo de potencial riesgo reducido.

Wade, doctora en Farmacología y Neurociencias, ha desarrollado investigaciones sobre el consumo de opioides y de tabaco y dirige la sección de reducción del daño del R Street Institute de EE.UU., organización asesora en políticas públicas.

“Creo que hay suficiente evidencia para concluir que estos productos son menos riesgosos”, aseguró Wade.
Según la experta ya se han realizado estudios que “muestran que la exposición a toxinas se reduce significativamente” con los nuevos dispositivos por lo que “sus efectos como son el desarrollo de cáncer o enfermedades cardiovasculares se reducen también de forma sustancial”.

“Las personas que se pasan a cigarrillos electrónicos, por ejemplo, rápidamente mejoran sus funciones pulmonares lo que sugiere también un beneficio a largo plazo”, sostuvo.

Incidencia en la salud pública

En materia de salud pública la adopción de un enfoque de reducción del daño podría traer consecuencias positivas si se tienen en cuenta los costos médicos por el tratamiento de enfermedades asociadas al tabaquismo, que anualmente en Colombia ascienden a 2,139 millones de dólares, un 8,3% del gasto total en salud.

De acuerdo con Wade, tener una estrategia de regulación diferenciada, basada en la reducción de riesgo, no compite con los enfoques ya conocidos de prevención, abstinencia, prohibiciones legales, advertencias gráficas e impuestos específicos y, en cambio, puede ser un enfoque complementario con sustanciales efectos a mediano y largo plazo con incidencia en la salud de los consumidores.

“Si fumas por varios años es muy probable que desarrolles enfermedades relacionadas al tabaquismo, cáncer, enfisema, enfermedades cardiovasculares, etc, pero si puedes cambiar a algo menos dañino es altamente probable que estas enfermedades no lleguen a desarrollarse”, explicó.

Retos en la adopción de nuevos dispositivos de potencial reducción del daño

Wade señala que entre los retos principales está superar el desconocimiento entre la población sobre estas alternativas y para ello señaló que es clave, por ejemplo, un etiquetado especial pues “mucha gente recibe la información (relacionada con el riesgo) por medio de estas etiquetas, entonces permitir que estos productos se etiqueten así sería un gran paso”.

Por otra parte indicó que es necesario ampliar el acceso a estas tecnologías y revisar temas como los impuestos pues “los cigarrillos son menos costosos que los electrónicos entonces por qué los consumidores habrían de cambiarse a este dispositivo si les va a costar más dinero”.

Otro tema que abordó la investigadora es que los gobiernos deben motivar la innovación en busca de “más desarrollos, productos y alternativas para la gente, es importante porque no todos van a preferir un e-cigarette, porque si no les gusta pues no van a usarlo”.

Según la Organización Mundial de la Salud el consumo de tabaco combustible es responsable de la muerte de más de 7 millones de personas cada año (más de 6 millones de fumadores activos y alrededor de 890,000 fumadores pasivos), incluido 1 millón en las Américas.
El tabaco cuesta a la economía mundial cerca de 200 mil millones de dólares en costos por tratamiento de enfermedades asociadas cada año.

Carrie Wade